30/12/2019

Mi María: el amor, la familia y un espíritu emprendedor



En diciembre, un mes de unión familiar, alegría, esperanza y agradecimiento, desde la CCC compartimos, a través de nuestro Ciclo de Entrevistas, la historia de Mi María, una empresa de indumentaria femenina y de niños, marcada por una historia de amor y un gran espíritu emprendedor.

De pequeña le gustaba dibujar junto a sus primos, algo que pasaría inadvertido si no fuese por su intención de vender cada una de esas ilustraciones. Y en la escuela, hizo lo propio con cosméticos por catálogo. María Pía Rossi no lo sabía en sus primeros años de vida, pero comenzó a sentirse comerciante desde entonces.

“Participé del Foro Internacional de Emprendedores y luego formé parte del staff promoviendo el foro por las escuelas. En el cole teníamos programas de la Fundación Junior Achievement, y la orientación de gestión en administración”, recuerda.

El viaje tenía un destino pronunciado: la Licenciatura en Administración. Pero no iba a ser lo único, ya que en el año 2006 conoció a su compañero de vida, de sueños y aventuras. “Ariel estudiaba en la misma facultad la carrera de Contador Público. Los dos teníamos muchas ganas de emprender”, cuenta María Pía.

Él abrió una juguetería en Devoto, su pueblo. Ella lo apoyó, aunque siempre supieron que Córdoba iba a ser el lugar, ese que les daría la posibilidad de perseguir sus sueños. Fue así que, a los dos años de recibirse, tomaron las decisiones más importantes: vivir juntos en la ciudad, y claro, iniciar su propio emprendimiento…

“Alquilamos un local de dos pisos en calle Buenos Aires y nos sentamos en el piso a imaginarnos el diseño. Hicimos los muebles, pintamos, colocamos las luces. Todo nosotros. Decidimos combinar ropa en planta baja con un centro de Pilates en el subsuelo. Compramos las máquinas, buscamos profes y abrimos”, recuerda María Pía, destacando también el apoyo fundamental (aunque internamente temeroso) de sus familias y amigos.

Los bares llenos en las primeras horas de la madrugada. Por allí pasaban Pía y Ariel, mirando de reojo la implícita invitación de la noche. “Elegimos estar pintando. Sólo nosotros dos sabemos todo lo que resignamos”, dice Pía, ahora con una voz que desaparece y las lágrimas inevitables que nacen al revivir un largo sacrificio.

Fueron noches difíciles, de trabajo a pulmón e infinidad de obstáculos. Las ganas de crecer con esfuerzo y generar valor para la sociedad, pudieron más. “Los dos trabajábamos en relación de dependencia. Él en un banco y yo en una fábrica de pines, hasta las cinco de la tarde. Cuando salíamos, íbamos al local. Me he dormido pintando”, rememora, en compañía de una sonrisa.

Tras algunos meses, notaron que algo no funcionaba. Cambiaron las camas y los elípticos de pilates por bijouterie. También fracasó. Así, a prueba y error, en constante evaluación propia, supieron mudar a tiempo. “Decidimos cambiar el estilo. Buscamos marcas que nos gustaron en precio y calidad, pero más destinado al público de acá. El primer verano fue cruel, y el invierno siempre es difícil. Al año, decidimos abrir el otro local por lo que dejé de trabajar para dedicarme a esto”.

Los resultados se vieron reflejados rápidamente y, tras la apertura de su primera sucursal, se entusiasmaron en crear una cadena de locales. Así, comenzaron a expandirse más allá de Nueva Córdoba: zona Centro y barrio General Paz.

“‘Mi María’ surgió por mi nombre, mi familia me decía así. Me hace sentir especial, única, importante. El panadero de nuestro logo representa los sueños y los proyectos que emprendíamos con esto”.

Tras abrir el cuarto local, Ariel renunció a su trabajo bancario en el que se desempeñó diez años. Su familia no lo entendía, aunque sabía que era un trabajo no lo hacía feliz. De esa manera, ambos ya estaban abocados completamente a su proyecto, que iba más allá de lo empresarial…

“Cuando nos sentimos más estables buscamos nuestro primer bebé. Fue toda una revolución, nos cambió el día a día en lo personal y en lo laboral. Significó una reestructuración de tareas y horarios. Fue fundamental el equipo de trabajo. Nos apoyamos en ellas, les dije que era mi prioridad.”

Ese equipo está conformado en su mayoría por estudiantes, a quienes incentivan a capacitarse, tener aspiraciones y proyectos de vida para continuar creciendo día a día.  Así, brindan una flexibilidad en los horarios laborales. Ellas son quienes representan un estilo clásico en un ambiente cálido, con música agradable y una gran variedad de talles para mujeres de todas las edades.

Incluso, en los últimos meses, se sumó una especialista en Marketing para llevar adelante un proyecto fundamental en la era digital. “Me dijo que hagamos una plataforma online (www.mimaria.com.ar). Yo siempre lo quise hacer. Tomamos la decisión y en mayo la abrimos”, relata María Pía, quien cuenta que en ese momento ya habían tenido su segundo hijo, por lo que el momento familiar era muy importante.

Uno incorporaciones más importantes de Mi María fue la línea de ropa para niños, decisión en la cual “influyó mucho que tuvimos los pequeños y que nacieron sobrinos, además de que una de las marcas que trabajamos nos recomendaba sumarlo. Así que arrancamos con nena y después nos pedían para varoncito, por lo también lo agregamos”.

El 2019 tenía preparado otro momento inolvidable: María Pía Rossi recibió la primera mención de la categoría Joven Comerciante en los Premios Al Comercio.

“Fue hermoso. Uno trabaja todos los días y es importante que alguien lo mire, lo reconozca. El premio es de todo el equipo, se lo dijimos a ellas. Estamos felices. Uno busca enseñar con el ejemplo, por eso también es importante para mis hijos. Lo hicimos con tanto esfuerzo…”, el llanto felicidad aparece una vez más, con miles de momentos que ahora transcurren en su mente, y ya no le permiten hablar. Aunque las lágrimas, lo dicen todo.